martes, 20 de enero de 2015

Violencia, un mal de nunca acabar

Creer que apoyar a tu equipo es insultar y agredir al rival sigue siendo un problema cultural. 

Reflejo de una sociedad violenta, el estadio es un escenario más para escuchar cánticos en donde se afirma que quemarán el estadio del rival. Una pancarta con insultos tampoco era propicia, por lo que el réferi, se negó a empezar el partido hasta que no la quitaran. No basta con eso, porque no hay educación en respeto hacia el otro.
Mientras no se entienda que en el fútbol se necesitan unos de otros para crecer, y que en la medida que el otro mejore futbolísticamente mi equipo también lo hará, se seguirán dando actos bochornosos.
Pese a las medidas de seguridad tomadas, antes del partido ya se lanzaban bolsas de agua las dos barras, mientras ningún policía se encontraba en la división entre estas. Al fin reaccionaron y algunos se fueron a las gradas, a la zona de malla ciclón que les divide.
Comenzó el juego, y el odio confundido en apoyo seguía aflorando, y, aunque la afición de Alianza en teoría saldría 20 minutos más tarde que la de FAS, afuera, unos seguidores tigrillos en un bus, y otros paquidermos, en la calle, se enfrascaron en una batalla con piedras.
No se iba el bus, ya ubicado sobre el bulevar Los Próceres, en dirección hacia el Monseñor Romero. Seguía la lluvia de piedras hasta que un policía de tránsito pidió a la UMO ayuda. 
Bajaron unos cuantos hacia la zona del Árbol de la Paz, y desde ahí estallaron dos disparos de gas lacrimógeno. 
Un seguidor paquidermo se vio afectado por el gas, mientras la UMO desplegaba su operativo en las zonas aledañas y la gente, común y corriente, buscaba para dónde huir en medio de un caos de vehículos enfrascados por todos lados. 
Una vez más, un resultado, un juego dejó de ser deporte para convertirse en zona de batalla, de pasiones mal enfocadas. Una vez más, los cada vez menos niños que llegan al estadio se llevan una impresión triste del deporte.
Pese a las medidas tomadas, mientras no haya educación, seguiremos confundiendo al otro como rival, cuando solo somos salvadoreños todos con camisas de otros colores. Cuesta entenderlo.









Fuente: http://www.edhdeportes.com/articulo/violencia-mal-nunca-acabar-20417

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