“Marcelo era muy luchador y muy fanático de Tigre. Trabajó desde los 10 años porque somos dos hermanos y había que ayudarle a mi mamá. A los 38, terminó el secundario, y a los 41 se propuso hacer el CBC, él quería ser abogado. Me decía: ‘aunque tenga 62 años, voy a ser abogado’. Me inculcó ser un luchador, esa fortaleza es la que nos lleva hoy a seguir adelante con el reclamo de justicia”. Horacio Cejas es quien habla en Crónica y describe a Marcelo Cejas, el hermano al que le asesinaron y cuyo homicidio sigue impune, cuando dos piedrazos, el 25 de junio de 2007, le causaron politraumatismos con pérdida de masa encefálica, en las inmediaciones del estadio de Chicago, donde Tigre ascendió a Primera División.
Carpintero de oficio, Marcelo era un constructor de sueños que a los 10 años -además de trabajar- comenzó a seguir al Matador a todas partes. Fiel a esa pasión, a los 41 se dirigió a Mataderos, donde evitó la presencia de Nadia, su hija menor, a sabiendas de que el clima sería hostil. Acompañado por un sobrino, Nahuel, Cejas deseaba regresar con el ascenso a Victoria. Aunque observó cómo el equipo dirigido por Diego Cagna ganaba 2-1 y tenía un penal para incrementar la ventaja, Marcelo jamás regresó. Él advirtió que la barrabrava de Chicago, ante la llamativa pasividad policial, suspendió el partido y llenó de violencia todo el barrio.
Por eso, comenzó la retirada pero se desencontró con Nahuel, a quien volvió a observar afuera, en la previa al desenlace fatal. “A mi hijo lo mataron como a un perro”, había remarcado Carmen, la mamá de Marcelo -hace algunos años, en Revista Gente-, al referirse a los dos piedrazos que llevaron a que esa tarde pasara a ser horrorosa, porque terminó con el fallecimiento -en el Hospital Santojanni- de ese sacrificado carpintero, estudiante de abogacía y padre Mónica, Marcelo, Nadia y Gabriel, quien hoy repite la tradición del viejo: ir siempre a la cancha.
“Un chico que en ese entonces tenía 16 años y era allegado a mi primo -continuó Horacio, hermano de Marcelo-, se escapó a ver el partido porque el papá no lo dejaba. Él vio cómo agradieron a Marcelo. Tomamos los datos del chico, que se puso a disposición para declarar, pero cuando el papá se enteró lo que pasó y lo acompañó a Tribunales, le dijo que declare que no sabía nada”.
“El papá se había asustado porque la policía sacó al chico de la casa, antes de que le tocara declarar, como si fuera un delincuente”, precisó Horacio, quien agregó que la descripción de uno de los cuatro agresores vistos por ese adolescente (hoy mayor de edad) coincidían con las características físicas y con la vestimenta que esa tarde llevaba un conocido barra de Chicago.
“Las grabaciones de las cámaras que estaban en posición para ver toda la agresión a mi hermano, se perdieron, se borraron”, enfatizó Horacio, quien consideró que el clásico del domingo, el primero entre Tigre y Chicago luego del homicidio de Marcelo, “debe servir para mostrar que el fútbol puede ser una fiesta y para cerrar un duelo de toda la familia”, aunque lamentó que “ya no habrá visitantes, cómo correspondería. Después de aquel partido, la AFA sacó a los visitantes y así castigó a los hinchas de verdad, porque los violentos siguen en todos los estadios”. “La AFA -agregó- se fija en que no podamos pasar una bandera con pedido de justicia, o se preocupa porque no nos enfoquen cuando lo hacemos, pero en las cosas importantes no está”.
Además de denunciar la falta de colaboración de la máxima entidad del fútbol argentino, Horacio calificó como “lamentable” la tarea de la justicia, ante la que él y toda la familia Cejas presentó escritos y testigos, pero que “jamás respondió. Si no sos una familia de nombre o no tenés contacto, no te dan bolilla, y más si uno es familiar de víctimas en el fútbol. La gente de la agrupación Salvemos al Fútbol, con la que tengo mucho contacto, también tiene otros casos que quedaron sin resolución, sufren de falta de ayuda”.
Fuente: http://www.donbalon.com/noticia/detalle/3841/ES/a-dias-de-tigre-chicago--el-reclamo-de-justicia-por-cejas-sigue-vigente
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