Barras bravas, considerados grupos de aliento y alegría como también de violencia y vandalismo. Originadas en Inglaterra como Hooligans, expandidas por Europa como Ultras y en Sudamérica como Barras Bravas o Torcidas (en Brasil), donde actualmente se pueden ver las más grandes, respetadas y coloridas, manejadas como grandes negocios que generan ganancias dinerarias (y orgullo) a los que las manejan, se hace referencia a las barras de Colombia, Uruguay, Argentina, Chile y Brasil que al mismo tiempo son las más violentas del mundo. Mientras que en Argentina ya se formaban las barras bravas, en Venezuela apenas comenzaba el fútbol profesional, bastante tosco y hecho a los golpes, con estadios y canchas que no dejaban practicar lo que se denomina “buen fútbol” e incluso en la actualidad aún vemos características tan negativas. La creación de barras bravas en Venezuela podría remontarse a los años 90, entre las más antiguas estarían la del Deportivo Táchira y Estudiantes de Mérida, y con el inicio del nuevo milenio, ese tipo de organizaciones de hinchas se iría expandiendo por toda Venezuela alcanzando la totalidad de los equipos de Primera División y algunos de Segunda.
¿Qué sucede en Venezuela con las barras bravas?, ¿son tan respetadas, grandes y coloridas?, ¿son tan violentas como las de otros países?. Claramente las barras en nuestro país no alcanzan las magnitudes de las existentes en Argentina, ni en número de integrantes ni en “calidad visual”, tampoco tienen poder sobre el equipo de fútbol como sí sucede en Argentina, los actos de violencia son menos dramáticos y fuertes porque (aún) no alcanzan los niveles de violencia como en el resto de Sudamérica, aunque lamentablemente ya ocasionaron la muerte de un hincha del fútbol y decenas de heridos donde se incluyen ancianos que llevan décadas yendo al estadio y niños que apenas conocen lo que es amar al equipo de su estado o ciudad. La violencia se ha apoderado de estas organizaciones, ya sean porque les robaron un pedazo de tela o porque fueron agredidos previamente por otra barra brava, tienen los mismos principios que cualquier banda delictiva: Exaltación a la violencia, consumo de drogas y venganza, bastante alejados de lo que dicen que es su principal función: “alentar a su equipo”.
El primer juego al que asistí fue un Trujillanos FC – Deportivo Táchira en Valera, llevado por mi padre tachirense que vive en Trujillo desde hace casi 30 años, era un niño, poco sabía del fútbol, Trujillanos ganó 1-0 y celebré ese gol como si hubiese sido hincha del Trujillanos desde el primer momento en que nací; recuerdo ese momento con frescura y aún siento la emoción que sentí esa primera vez. Me hice hincha de Trujillanos. Recuerdo haberme sentado en la Tribuna Sur del estadio y a lo lejos se veía un grupo minúsculo de hinchas que tocaban bombos y redoblantes en la pequeña “Tribuna Roja”. Al pasar los años, ese pequeño grupo creció, se organizó mejor y crearon una barra brava. Al principio quedé hipnotizado, me gustaban sus canciones de aliento, me gustaban los papelillos que lanzaban al entrar el equipo a la cancha, los fuegos artificiales cuando se jugaba de noche, era interesante cómo veían el fútbol de otra manera. Nunca hubo conflictos, se dedicaban a apoyar al equipo, iban a otros estadios y no habían enfrentamientos, pero de un momento a otro, ese grupo cambió radicalmente su comportamiento en nombre de “amor por los colores”, los actos violentos fueron frecuentes, no importaba si estaban en su propio estadio o fuera de él, simplemente pasaba. Ahora era menos aliento al equipo y más autoexaltación, más cantos violentos, más apología al consumo de cualquier tipo de droga, más negativo que positivo. Ahora eran unos verdaderos integrantes de una barra brava. Mi asco y repulsión por este tipo de individuos fue creciendo, asistía con menos frecuencia al estadio y me conformaba con escuchar el juego por radio, mi padre que había adoptado como suyo al Trujillanos FC dejó de ir, y en general, la familia trujillana había dejado de asistir al estadio. Ese grupo de personas que alegraban de una manera distinta el ambiente, ahora eran causantes del alejamiento de la hinchada tranquila y que insultaba solamente cuando creía que el árbitro tomaba una mala decisión o cuando pensaba que un jugador no daba lo suficiente en la cancha.
LA SOLUCIÓN
Extirpación total de las barras bravas. Suena radical teóricamente y es aún más radical en la práctica. ¿Cómo hacer esto?. El ejemplo está a la vista: Inglaterra. Eventos como laTragedia de Heysel y la Tragedia de Hillsborough dieron indicio para que la Primera Ministra Margaret Thatcher (que consideró a los hooligans como un problema de la sociedad y no solamente de fútbol) acabara de una vez por todas a los hooligans dentro de los estadios. Las medidas implementadas por el gobierno inglés fueron efectivas: Creación de leyes, grupos élite de policías dedicados exclusivamente al tema hooligan, identificación de los cabecillas de las barras, juicios a los mismos, veto perpetuo a los estadios de fútbol, redadas y sanciones a quienes ocultaran información o ayudasen a este tipo de individuos. Fue un trabajo entre el Estado, los equipos de fútbol y otros hinchas en contra de los hooligans, es decir, un país unido para eliminar un mal.
Ahora viene lo difícil, hacer que esto ocurra en Venezuela. Con un gobierno que dice combatir la delincuencia cuando en realidad la estimula y un sector de la población que siente una fuerte empatía por el delincuente, se hace duro poder implementar las medidas realizadas en Inglaterra en los años 90, sin embargo, esto no requiere de un esfuerzo sobrehumano porque si las directivas de los equipos trabajan de verdad, los miembros de las barras pueden ser eliminados de los estadios porque son fácilmente identificables y los mismos dirigentes los conocen, al ser el “hooliganismo” tan joven en nuestro país, hace que las barras tengan pocos integrantes, por lo tanto, se identifican con mayor facilidad a los mismos. Esta parte del plan es la más sencilla. El problema está en las sentencias penales pues nuestro sistema de “justicia” no sirve para nada, solamente estaríamos echando al delincuente del estadio sin sancionarlo. ¿Cuántos presos hay por los conflictos entre las barras del Trujillanos FC y Deportivo Táchira donde salió herida con fractura craneal una niña de 9/10 años o por el daño a la propiedad privada al partir los vidrios de los carros que estaban en el estacionamiento?. ¿Cuántos presos hay por los enfrentamientos entre las barras del Portuguesa FC y el CD Lara que ocasionó la muerte de un hincha y por los daños a las instalaciones del estadio?. ¿Cuántos presos hay por los actos violentos de hinchas del Deportivo Táchira en su propio estadio, tras perder contra el Deportivo La Guaira?. ¿Cuántos presos hay por actos violentos de hinchas del Caracas FC en el Olímpico de la UCV durante el juego Deportivo Petare – Trujillanos FC?. ¿Cuántos presos hay porque sujetos decidieron lanzarles piedras a hinchas que se trasladaban en un bus; bus que le pertenece a un hombre que se gana la vida dignamente y se ve perjudicado por vagos?. ¿Cuántos presos hay por ser violentos en los estadios de fútbol?.
Tenemos las soluciones, tenemos las herramientas, pero no la gente capaz de ejecutarlas duramente ni gente que las apoye. Pero siempre voy a insistir en este tema y siempre demostraré mi total desagrado por estas organizaciones delictivas que solamente traen atraso a nuestro fútbol y a nuestra sociedad.
Fuente: https://deportesvinotintoonline.wordpress.com/
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